Para mí la simbiosis arte y naturaleza significa principalmente mantener un vínculo espiritual y emocional con la Madre Tierra, es aprender a apreciar y a disfrutar de la belleza del entorno natural, buscar la aventura y la libertad dentro del marco de la sociedad actual y no dejar de explorar el territorio de mi propia alma

- 3. Crónica Enero del 2010. Salimos de la selva


Al tercer día de estar en la selva Carlos nos invitó a la celebración del cumpleaños de Anenot. Para la ocasión invitaron a otros zafreros que trabajaban en la zona y al patrón. El patrón es un antiguo zafrero que ha pasado a mejor vida, el terrateniente le ha asignado el almacenamiento de la castaña para así prepararla para su trasporte a Riberalta, su esposa se encarga de vender los víveres a los zafreros. Obtienen una pequeña comisión del negocio indigno, en el engaño por el peso de la caja de almendra y en el sobrecargo en los precios de los víveres. Imaginar esta pobre familia, conscientes del trato injusto que se les da, los invitan al único bien sustancioso que tienen en la casa, mataron al chancho (cerdo) pequeñito, que humildad y generosidad tan grande. La familia del patrón llegó a última hora de la tarde con otra familia que les ayuda, los hombres se acomodaron a la espera de la comida, las señoras se estuvieron riendo de Carlos no muy discretamente, hacían comentarios de su afición a la bebida. De regalo trajeron una bolsita de galletas y una botella de refresco, es difícil de juzgar esto pues aquí son pobres y éste detalle puede que fuera generoso. Pero lo que más me pareció indignante es que decidieran marchar sin ni siquiera cantar un cumpleaños feliz, ahí el Pere y yo estuvimos sueltos y determinamos unas canciones de celebración, Anenot se mostró tímido pero al mismo tiempo se le notaba complacido, hasta que el Pere en un arranque de espontaneidad agarró a Anenot de los sobacos y lo alzó en el aire con tan mala suerte que golpeó con su cabeza en una tabla de la cocina. Todos arrancaron a reír desenfrenadamente, Anenot un tanto avergonzado, el Pere lo arregló diciendo que es una tradición española, así que ya sabéis, cuando cumpláis años un buen cabezazo contra alguna tabla, mejor si es en la cocina. Fue el mejor momento de la celebración, hasta ahí un tanto frío, parecía que habían ido motivados por la comida.

Al marcharse estos personajes aparecieron otros zafreros que se quedaban a dormir en la cabaña de Carlos pues estaban en proceso de construcción de su cabaña en otra zona. Ahí estuvimos un rato charlando a la luz de una vela, que cálidos y acogedores son éstos momentos. Cuando marchamos las estrellas y los sonidos de la noche eran los protagonistas, dejamos a Carlos tomando alcohol con Jaime, pareja de su hija Brenda.

A la mañana siguiente habíamos quedado con Carlos para ir a la selva, cuando llegamos todavía compartía borrachera con Jaime y otro zafrero. Salida nula, el alcohol hace estragos por estos lugares, ya os comenté que beben alcohol etílico de 96º. El Pere pudo asistir a una escena muy dura, Jaime amenazaba a Brenda con golpearla con un cinturón, la insultaba. Ya os he contado la historia de Brenda, por si fuera poco pobre mujer.

Ese día salimos a la zafra con Zoilo y Ricardo, nos adentramos en la selva y pudimos ver a algunas familias de monos, menos mal que no llevaban escopetas pues se los comen como un manjar. Son animales graciosos, nos miraban y chillaban, yo les respondía imitando sus sonidos y ellos curiosos se acercaban saltando de árbol en árbol. Desde luego no me los podría comer, imaginar que te ponen un bracito asado, con su manita y todo, me parecería un acto de canibalismo, que me estoy comiendo a un niño.
Los días siguientes los pasamos con la familia entre filmaciones y paseos, pero también disfrutaba de momentos en soledad, me daba paseos por la selva que me llenaban de sensaciones, lo primero es disfrutar, pero siempre hay algo de recelo al caminar, imaginas que te puede atacar algún animal. En realidad hay pocas especies de animales mamíferos que ataquen al hombre en esta zona, el tigre, el puma y otras especies como la anaconda, el caimán y ya os conté de algunos otros más pequeñitos. El caso es que me iba introduciendo en un territorio inhóspito, totalmente desconocido, pero no podía dejar de explorarlo, la selva me hechizaba. Os podría describir muchas cosas pero de lo que he sentido tal vez sea pronto, al otro lado del país (estamos en Potosí filmando la explotación infantil en las minas), aun no he procesado lo vivido.

Salimos de la selva con flaqueza, cientos de picaduras de mosquitos y otros insectos por todo el cuerpo, seguramente amebas, bichitos introducidos en la piel de esos que aquí llaman sabañón y una peste que ni os imagináis. Es otro de los problemas que encontramos, aquí llovía todos los días, o te empapabas si te agarraba la lluvia o con la vegetación que siempre estaba mojada, y cuando no llovía la humedad hacía que sudáramos constantemente, el resultado es que la ropa nunca terminaba de secar. Por la mañana te tenías que colocar la ropa húmeda, una sensación desagradable e incómoda, un día tras otro se acumulaba el olor y ya no había prenda que se salvara. Salimos de la selva con todo esto, pero la experiencia me pareció extraordinaria, lo que pude dialogar con los espacios nunca lo olvidaré, tampoco la naturaleza de esas personas, de alguna manera he acentuado mi vínculo con la Madre Tierra.

Tuvimos que volver por el pequeño río en canoa, nos acompañaba el piloto, Zoilo y Ana muy enferma. Alcanzamos Monte Bello y aprovechamos para tomar la avioneta donde había llegado la mujer del terrateniente, al poco estábamos Riberalta. Llevamos a Ana con su familia, vivían de forma muy precaria, muy pobres, los acompañamos al hospital y pagamos un tratamiento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario