Para mí la simbiosis arte y naturaleza significa principalmente mantener un vínculo espiritual y emocional con la Madre Tierra, es aprender a apreciar y a disfrutar de la belleza del entorno natural, buscar la aventura y la libertad dentro del marco de la sociedad actual y no dejar de explorar el territorio de mi propia alma

el amor y la bestia


Del bosque de aquella montaña sagrada surgió la bestia, brotaba de la oscura tierra con actitud desconfiada, sus crines de entramadas raíces se deslizaban desde la testa por el dorso, volvía su cabeza ligeramente hacia mí y dejaba al descubierto unos rasgos fieros que sin duda se acentuaban con la marcada línea de una de sus astas. Se retorcía, parecía arrastrar las patas traseras con fatiga, daba la sensación de estar cansada, tal vez luchas constantes, batallas por sobrevivir en mundos desconocidos. Permaneció inmóvil, como esperando un movimiento mío para tomar sus decisiones.
Yo estaba como a tres metros, paralizado, el corazón me latía a ritmo frenético, la sangre que recorría mi cuerpo estaba contaminada por el miedo, no podía pensar, permanecía erguido deseando que de mi espalda surgieran unas alas y poder volar a otra dimensión. Mi pecho no sufría alteración, el oxígeno apenas llegaba, sin duda no existía que respirar en aquella escena, todo estaba detenido, hasta el viento contuvo sus susurros en el espeso follaje. El silencio era tal que me hacía dudar de estar en un paisaje vivo.
De repente frente a mí una hoja caía y rompía la escena inerte, al descender cortaba el aire con movimientos ondulantes y yo era consciente de todo, escuchaba con tanta claridad que podía sentir el fundamento de la materia. Lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos y alimentaban un arroyuelo que no dejaba de fluir trasmitiendo sosiego, el aire llenaba mis pulmones y abría un hueco de una pureza tal, que me acercaba al principio de los tiempos.
Los pajarillos de tonos rojizos volvían a jugar entre la maleza, las insectos recorrían distancias imposibles, los árboles conversaban en lenguas indescriptibles, todo cobraba vida, todo menos ella, la bestia seguía observándome de reojo. De repente sentí algo en mis piernas, miré y contemplé conmovido como se descomponían en raíces que penetraban en la tierra, no era espantoso, todo lo contrario, sentía que me apaciguaba, era purificador. Observé aquellas raíces en su trayectoria, no tardaron en alcanzar las piernas de aquel esplendoroso ser que contemplaba frente a mí. Enredaron todo su cuerpo lentamente, sentía su rotundidad, la profundidad de sus espacios cavernosos, apreciaba el grosor de la textura vegetal que formaba su piel. Me volví corpulento, enérgico, sentía una fuerza ancestral, todo comenzaba a tener sentido, la turbación se diluyó como el hielo en primavera.
Aquel ser amenazador que me había paralizado, animal sin leyenda surgido de las entrañas del bosque, forma sin forma, naturaleza excluida de la razón… había surgido de mi propia alma, era yo mismo, era mi propio ser que se personificaba para revelar con claridad que hay una bestia en mi naturaleza interior pero nada hay que temer, la tengo que acariciar con el amor y la paz pura del niño, pues el miedo ahuyenta el amor, pero el amor también ahuyenta el miedo.

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