Para mí la simbiosis arte y naturaleza significa principalmente mantener un vínculo espiritual y emocional con la Madre Tierra, es aprender a apreciar y a disfrutar de la belleza del entorno natural, buscar la aventura y la libertad dentro del marco de la sociedad actual y no dejar de explorar el territorio de mi propia alma

Marruecos 2010 desierto de Erg Chebbi

    Marruecos ha sido un viaje de muchos contrastes, he podido recorrer espacios de una naturaleza increíble, pura, salvaje, pero no todos los lugares son respetados de la misma manera. Unos son saturados, se los explota para un turismo que genera contaminación de todo tipo, no se entiende a un ecosistema frágil y se busca el beneficio económico sobre todas las cosas. Es el caso del desierto de Erg Chebbi, maravillosas arenas de tonos rojizos, dunas que juegan con sus formas a través de la luz del sol, silencio, paz y armonía que se ven alterados por unos descerebrados al mando de sus máquinas. Los quads y todo terrenos se adentran en las dunas y hacen un destrozo que no sólo agrede visualmente, están desapareciendo especies de aves y otros animales que vivían en las arenas, rompen el equilibrio y causan accidentes en los pueblos de la zona. Yo mismo pude asistir a una escena que aun me da ganas de vomitar por aguantarme la rabia y no responder enérgicamente. Llevaba toda la tarde en la cresta de la gran duna, observaba las líneas puras y la sutileza con que la naturaleza dibuja con la arena, contemplaba su metamorfosis de color y forma cuando el sol hacía su trayectoria hacia el ocaso. Disfrutaba de los espíritus de la pachamama cuando el viento levantaba pequeñas cortinas de arena que se teñían de color oro y danzaban de un lado a otro deleitando todos mis sentidos. Observaba, sentía, dialogaba, agradecía el poder formar parte de esta maravillosa vida. Cuando ya los tonos anaranjados teñían el cielo y su efecto bañaba las dunas, cuando mis dedos se dejaban llevar por ese momento y dibujaba líneas armónicas en la arena, entonces comenzaron los rugidos, podía escuchar y visualizar como dos todo terreno 4X4 se aproximaban rompiendo con su peso las dunas, dejando surcos que eran como heridas. Por otro lado salían del cercano pueblo otras máquinas que se presentaban más infernales, los quads se aproximaban a la gran duna, como si de una batalla con la naturaleza se tratase iban deshaciendo crestas de arena, su rugido se hacía más insoportable a medida que se acercaban. Su objetivo fue la gran duna, ascendían las máquinas como con rabia y llegaban a la cima para romper y aplastar sus impecables líneas. Que pena y que rabia me dio, pensaba cuanto tiempo tardaría la duna en curarse de las heridas, teniendo en cuenta que en prácticamente todo lo que alcanzaba mi vista aparecían sus huellas. Imaginaba como lo llevaría la fauna de la zona que antes era una reserva de aves y ahora apenas se ve una.






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