Para mí la simbiosis arte y naturaleza significa principalmente mantener un vínculo espiritual y emocional con la Madre Tierra, es aprender a apreciar y a disfrutar de la belleza del entorno natural, buscar la aventura y la libertad dentro del marco de la sociedad actual y no dejar de explorar el territorio de mi propia alma

GUINEA ECUATORIAL II Crónica

II CRÓNICA “El encuentro con theobroma”

Los días pasan, son dos semanas, apenas nada en este flujo, en esta corriente en la que prevalece la contrariedad. Por el momento sigo muy lejos de la satisfacción, el trabajo es duro y deja poco espacio para la contemplación, poco tiempo para sumergirme en esos otros mundos de ecosistemas que provocan mi admiración.

La jornada transcurre en una zanja de gran tamaño realizada días atrás por una excavadora manejada por un habilidoso libanés, casi la totalidad de los trabajadores de este complejo deportivo en construcción son de otros países, Camerún, Ghana, Gabón, Nigeria…es un ejemplo de lo que ocurre en Guinea Ecuatorial. La tierra que ha quedado al descubierto ofrece unos tonos rojizos con  betas oscuras que desprenden un fuerte olor a descomposición, no llega a ser desagradable, se percibe su origen natural. En esta tierra tan viva no dejan de aparecer unos grandes bolos de piedra que son fáciles de quebrar, al hacerlo se perciben diferentes capas porosas y en el centro una composición de una materia mucho más dura, son piedras volcánicas, la isla de Bioko donde nos encontramos está formada por tres grandes volcanes.

El área que compone la obra, que se construye con la financiación de una de las empresas petroleras que extraen en Guinea, ha sido conquistada a la selva. Las construcciones están prosperando, no dejas de ver bloques y bloques de edificios en obras que van comiendo terreno a la gran masa forestal. En esa geometría de ladrillo y hormigón que se levanta arrebatando al paisaje su belleza y armonía, sorprende la abundante escritura china en carteles y muros. Me cuentan que es difícil competir con las constructoras chinas por el bajo coste de sus edificaciones, sus trabajadores son ciudadanos chinos, viven en la obra en contenedores apilados, de esos que trasportan la mercancía en los barcos. Al parecer son presidiarios sin salario, las constructoras pagan al gobierno chino la fianza y dan a los presos la oportunidad de trabajar a cambio de la condonación de la condena.

Pese a estos dolorosos contrastes en el paisaje por el momento no he apreciado un efecto desgarrador, al menos si lo comparamos con otros países que visité, o con España, que todo hay que decirlo. La isla de Bioko es uno de los lugares más húmedos y lluviosos del mundo y goza de una extraordinaria biodiversidad, hay muchas especies endémicas. De ahí extraigo algo que me pareció extraño, teniendo una tierra tan fértil y con tantas lluvias apenas encuentras variedad de frutas y verduras en los mercados. Preguntando te informan de que aquí apenas se cultiva, se importa mucho y se produce poco, uno de los motivos pudiera ser que los guineanos no trabajan la tierra, al menos en Bioko porque en la parte guineana del continente africano creo que es algo diferente. Una señora que regentaba un puesto de frutas y verduras en un mercado me respondía a la pregunta de por qué eran tan caros sus productos con la siguiente respuesta “A los guineanos nos gusta vivir bien, no nos gusta trabajar, lo cultivan otros de África y eso lo hace más caro”. Otra cuestión podría ser que a partir del descubrimiento del petróleo y el gas se despreciaron otras alternativas para la economía y se decidió importar. En fin, por daros algunos datos, sólo entre el 10 y el 20% de las producciones alimenticias las comercializan los ecuatoguineanos y la oferta nacional de productos alimenticios sólo satisface entre el 20 y el 30% del consumo nacional total, estamos hablando de maíz, arroz, tubérculos y cacahuete 

Haciendo referencia al tema de la productividad de la tierra os puedo contar una de mis experiencias, mi primer contacto con la selva, un breve respiro de emoción: hace unos días salí de las instalaciones del complejo deportivo y tomé una calle asfaltada que se corta en la frondosidad de las faldas del pico Basilé (foto), la montaña más alta de Guinea Ecuatorial con 3011m de altura, en realidad es uno de los tres volcanes que componen la isla. 


Pues bien, caminaba con ese latido agitado que origina el territorio desconocido y con la emoción del ávido aventurero observaba la densidad de la vegetación, la extraordinaria planta de los árboles, sus fornidas y expresivas ramas, los sonidos seductores y al mismo tiempo amenazadores –motosierras-, que surgen de la selva. Pasé un riachuelo que dejaba percibir el sonido de sus aguas pero que se escondía tras un fastuoso follaje, seguí caminando hasta que de repente un tímido sendero se adentraba en la zona boscosa, ahí el latido se aceleraba, es un momento en el que la duda encuentra un adversario fiel a mi espíritu, algunas veces imprudencia, en esta ocasión voluntad. Caminé observando la magnífica vegetación que me envolvía, no profundicé mucho pues debía regresar al trabajo, lo que encontré me maravilló, numerosos árboles del alimento de los dioses -el theobroma cacao- se extendían en una penumbra boscosa con superficie lóbrega de hojas en descomposición (foto), todo este espacio  que ahora pisaba estaba cubierto por el brillo de una incesante precipitación, la escena no hacía sino acentuar los tonos anaranjados de las mazorcas maduras de donde se extrae el grano del cacao, encontré un paisaje de notable belleza. 


Pude volver a tomar uno de esos magníficos frutos (la anterior ocasión fue en la Amazonía boliviana con los indios Takana), romper su corteza y saborear su exquisita pulpa. A mi regreso un señor que se encontraba en la calle asfaltada y con el que me detuve a una breve conversación me decía que el cacao ya no se trabaja en esta parte de Guinea. Antes de la independencia se extraía y se procesaba uno de los mejores cacaos del mundo y era uno de los motores de la economía junto al café y la madera, pero con la llegada de la dictadura de Macías en la década de los 70 se decide terminar con todo resquicio de explotación colonial -en otros tiempos algunos terratenientes, principalmente españoles,  explotaron estas tierras, a sus nativos y a otros que traían del continente africano para cultivar el cacao-. Los árboles que tenía ante mí dan sus frutos desde hace décadas y nadie se preocupa por recogerlos, nadie les saca provecho, el señor con el que conversaba me señalaba las extensiones de estos cultivos,  son enormes. También crecen en las mismas condiciones la papaya, piñas y bananas, de estos últimos frutos sí que he visto salir cargadas de manojos a mujeres.

Pues por hoy aquí os dejo, en la próxima ocasión espero poder contaros algunas otras cuestiones del país más rico de África, pero sin embargo uno de los más desigualitarios del mundo. También haré referencia al carácter un tanto serio de este pueblo, a cómo se percibe su relación con nosotros los blancos occidentales, sobre todo a un cierto enfado en el gesto cuando se trata a los españoles. Si decido hablaros del tema es porque creo que sucede  habitualmente. Puede que si profundizamos en la historia de Guinea Ecuatorial encontremos muchas respuestas a esto.   

Hasta el momento hemos tenido bloqueados el facebook y otras páginas como los periódicos digitales. Si intentaba acceder salía directamente la página del gobierno. Puede volver a pasar, os mando corriendo la crónica.  


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